CARTA DE UNA MADRE…




“Tengo tres hijos: Jorge, Alejandro y Fabiana. El segundo es el que está detenido-desaparecido. Ale tenía veinte años; estaba cursando primer año de Medicina y trabajaba en TELAM. Su pecado, junto a los 30.000, fue asumir el compromiso político y social de querer cambiar el mundo. Eso que algunos trasnochados dicen "por algo será", y que yo sostengo que es mi mayor orgullo. Fue la noche del 17 de junio de 1975, bajo el gobierno constitucional, pero no democrático, de Isabel Perón. Al día siguiente iba a tener un parcial y me avisó que no iría a trabajar. Salió y dijo que enseguida volvía y nunca más lo volví a ver”


“Entonces escucho de las madres y averiguo. Y una tarde, creo que del '79, me voy con mi yerno Guillermo a la Plaza de Mayo, tres de la tarde, tres y cuarto, tres y veinte y no había nadie. Le digo: "y dónde están?" De repente aparecen con un sacerdote adelante que era De Nevares. "¡Qué magnifico!" Yo lloraba y lloraba agarrada del saco de mi yerno. Entonces venía la policía y las madres decían "¡Caminen, caminen!, no le lleven el apunte." Venían a provocar. Le pregunté a una madre dónde estaba la casa de las madres y me dijo "en Uruguay". Allí nos fuimos con mi hija a la calle Uruguay, entramos y además de madres veo una pared llena de fotos. "Ay Dios mío, qué espanto!" Se me acercó María Adela Carpi Antocoletz y me dijo "Aquí no preguntamos quién sos sino quién te falta."
En esta lucha una madre hace cualquier cosa por su hijo, por su memoria. Mientras Dios nos de fuerza seguiremos estas "Locas de Plaza de Mayo" exigiendo verdad, justicia memoria con nuestras rondas de todos los jueves, nacidas casi sin quererlo.

Fue a Azucena Villaflor que en 1976 se le ocurrió ir a hablar con Videla y, lógicamente la policía las hizo circular. Esa orden provocó que nunca dejáramos de caminar alrededor de la plaza, todos los jueves a las l5 horas. Lamentablemente Azucena no vio cómo creció ese primer grupito de 15 madres.)

Unas fueron desaparecidas, otras llegaron después, pero no somos heroicas. Somos madres que con instinto visceral, con inconsciencia, con miedo, con tenacidad no pudieron vencernos.

Yo sufrí una metamorfosis: yo fui parida por Alejandro: Alejandro me ha enseñado y me enseña tanto para valorar las cosas de la vida. Y me lo imagino abrazándome como tantas veces, diciéndome: "¡Bien ,vieja, dale, dale!" Con esa sonrisa tan linda. Por eso seguiré hasta el último aliento. Yo me siento muy contenida por mis hijos y mis nietos. Nadie exige a nadie. Pero están.

Carta de Tati Almeyda por los 25 años de lucha
Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora

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