El maravillosos milagro de los mineros de Copiaco a captado la atención del mundo, en un panorama tan desolador donde las noticias son de secuestros, salideras bancarias, cortes de calles y asesinatos pasionales, la maratónica transmisión fue un bálsamo para muchos espectadores que lo miraron por televisión.
La historia del desierto de Atacama, región donde se halla la mina, así como la propia historia de Chile está colmada de tragedias, injusticias sociales, reclamos laborales bañados de sangre, no olvidemos que hace no mucho sufrió un prolongado terremoto de 8.8 de magnitud en la escala Richter. Sin embargo el histórico operativo colmo de lágrimas de alegrías, abrazos de felicidad, gritos de orgullo, brazos en alto marcando la gloria de lo que parecía imposible. Todos colaboraron en traer nuevamente a la vida a las 33 personas que estaban a una profundidad de 700 metros en la tierra, desde el presidente Piñera, muy activo por cierto y sus ministros, familiares, periodistas. Desde lejos millones de personas contemplaban las imágenes oraban, rezaban plegarias por estos mineros atrapados por mas de 70 días. El mundo lo vio salir uno a uno en 22 horas sanos y salvos, aplausos y fuegos artificiales acompañados por el himno nacional de Chile llenaron los oídos del último rescatado, el capitán Luis Urzúa, quien dijo: “Espero que este episodio no se vuelva a repetir nunca”. Se podía leer en las espaldas de los trabajadores la impactante frase: “Gracias Señor” y el texto bíblico del libro de los Salmos 95 “Porque en sus manos están las profundidades de la tierra”.
Para creyentes y no esta epopeya nos deja una lección de vida sin igual “podemos estar en la peor de la situaciones, totalmente abandonados, perdidos, hundidos en nuestra miseria pero siempre hay una luz una salida por mas chiquita sea (angosta en este caso)”.
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